Tener un buen diagnóstico en materia económica, en asuntos de negocio, de dinero, es crucial para proteger el patrimonio y enfrentar con éxito las fluctuaciones de los mercados. No tenerlo es el camino más seguro, directo, para tomar malas decisiones, para “dar palos de ciego” y sufrir pérdidas.
Hablando en sentido figurado, haga de cuenta que es cómo cuándo vamos con el médico. Supongamos que usted o yo empezamos con un ardor muy fuerte en la boca del estómago. Se nos va a la espalda, insoportable. Después de una revisión nos diagnostican gastritis y suministran un tratamiento de algunos días. “Si lo sigue al pie de la letra, se va a aliviar”, nos dice el especialista.
Pero el dolor, lejos de desaparecer, aumenta. Llegamos de emergencia al hospital y una revisión más precisa, minuciosa, arroja que no tenemos gastritis, sino piedras en la vesícula y hay que extirparla. La cirugía es inevitable. En este caso, por un mal diagnóstico perdimos tiempo, dinero…pusimos en riesgo nuestra salud.
Algo similar sucede con la economía. La pregunta es: ¿y cómo podemos lograr un buen diagnóstico?
En mi época de estudiante, tomé un curso de “Metodología de la Investigación en las Ciencias Sociales”. Lo impartió un académico destacado. Era considerado el mejor Sociólogo de México. Y él nos dijo algo importantísimo, que se me quedó muy grabado: aseguraba que los fenómenos eran tan complicados que intervenían muchos factores o “variables” que podían provocarlo o influir en él, pero que debíamos tener la capacidad de ubicar, de identificar la variable principal (o “dependiente”).
Que siempre había un factor determinante que solía tener más peso que todos los demás. Que si lográbamos desarrollar esa habilidad –nos dijo a los asistentes-, podríamos alcanzar una comprensión más completa de los fenómenos y que eso nos daría ventaja sobre otros investigadores. La clave para lograr un buen diagnóstico pues, era identificar la variable principal.
Fue oro molido para mí. Con eso le juro que valió la pena el curso, lo que costó en tiempo, dinero, esfuerzo, y le voy a decir porqué. Pongamos un ejemplo: el tipo de cambio, la cotización del peso frente al dólar que trae de cabeza a inversionistas y hombres de negocios.
“¿Porqué está tan alto el dólar? ¿Qué lo está moviendo?”, me preguntan algunas personas.
Se trata de un fenómeno extremadamente complicado. Intervienen muchos factores. El tipo de cambio, su cotización, su nivel en el mercado, podríamos decir que es un resumen de la oferta y demanda total de divisas en determinado momento.
Refleja la disponibilidad de dólares, que a su vez depende de la cantidad de billetes verdes que entran o salen del país. Y esas entradas o salidas de dólares (que pueden llevar a períodos de abundancia o escasez de divisas que provocan alzas o bajas en la cotización, que tan caro o barato va a estar el tipo de cambio), también depende de muchas cosas: importaciones, exportaciones, remesas de nuestros paisanos, reservas de divisas, niveles de ahorro, atracción de inversión, etc., etc…uff!… en fin.
Pero vea usted lo que es cometer un error de diagnóstico: desde que se desató la turbulencia financiera, la explicación más socorrida, la más común, fue atribuir el hecho de que se disparara a las nubes la cotización del peso frente al dólar a la caída en los precios del petróleo. Esa era la variable fundamental para muchos. Las redes sociales, los medios de comunicación, estaban repletos con esa explicación. Todo mundo lo decía.
Y era lógico! Después de todo, un país tan dependiente del petróleo, al caer sus ingresos, la entrada de divisas, lo iba a pagar con un dólar arriba de los 18 pesos. Los datos avalaban la hipótesis de darle a esa variable el papel protagónico.
Vea la gráfica 1: cifras del Banco de México demostraban que con un barril de petróleo a más de 100 dólares, el dólar se encontraba barato, abajo de los 14 pesos, y viceversa: conforme se fue desplomando, aumentó la presión sobre el tipo de cambio.
Pero sucedió lo que pocos imaginaban. Vea la gráfica 2: a partir del 10 de junio, se “despegó” el tipo de cambio de los precios del petróleo. A pesar de que el barril se fue recuperando, el dólar se fue acercando otra vez a los 19 pesos, cuando la lógica decía que debería ser al revés: regresar a los 17 pesos por la mayor entrada de divisas.
¡Imagine usted las pérdidas que tuvieron aquellos inversionistas que le apostaron a que el tipo de cambio en lugar de subir iba a bajar por el alza en los precios del petróleo! El error de diagnóstico, sin duda, les salió muy caro.
¿Qué significa esto? Que el petróleo no es la variable “dependiente” o fundamental. Influye, desde luego, tiene peso, pero esa desconexión nos está- diciendo que hay otra variable que es la determinante, que tiene un mayor peso y que es la que en realidad puede estar moviendo al tipo de cambio.
¿Cuál es esa variable? ¿Hasta dónde podría llegar la cotización peso-dólar y en qué momento? Esas respuestas, una explicación completa, los escenarios que se presentarán el resto del año, el diagnóstico, lo puede encontrar en mi libro: “Turbulencia: la crisis financiera internacional y su impacto para México”